Nueve meses después y aquí estamos de nuevo, pero esta vez de día, ya que anteriormente habíamos descubierto este sitio de casualidad, perdidos con el coche por estos montes, sin gps y sin saber muy bien a dónde ir a media noche. Dormir en el coche ya os digo yo que es una opción, aunque un poco incómoda 😛 pero la aventura tiene lo que tiene.
Pues bien. Después de haber disfrutado de un pequeño baño en las cascadas de Tahití, que por cierto, con la lluvia de los últimos meses la zona aun está más bonita, nos dirigimos rumbo a Braga haciendo un alto en el Río Toco, dónde se dividen los distritos de Braga y Vila Real.
Nos sorprende la cantidad de mesas y bancos de madera instalados y dispersos montaña arriba. Al fondo un puente de madera y ya sabéis que a nosotros los puentes colgantes nos pierden. Justamente debajo se escucha el griterío de un grupo de niños disfrutando de unas pozas no muy profundas pero cristalinas y de color turquesa, como suele ser habitual en esta zona. Utilizan una de las rocas como tobogán improvisado.
A la izquierda nos llama la atención unas ruta marcada con unas escaleras de fuerte pendiente. La ruta te guía para que rodees la montaña hasta llegar a la cima y posteriormente descender, pero nosotros hacemos el camino corto que hay poco tiempo. Las vistas desde lo alto son espectaculares y a la derecha se puede apreciar como desciende otro afluente formando pequeñas cascadas.
Si queréis llegar a este precioso lugar basta con que sigáis las indicaciones de Google Maps. Tenéis que poner rumbo a la Cascada Tahití y continuar hacia el sur por la misma carretera dirección Braga.
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