Hoy en día sentir ansiedad de vez en cuando es algo normal. Sin embargo, en aquellas personas con repetidos trastornos de ansiedad sienten una gran preocupación, intensa y excesiva, de todo lo que les rodea pudiendo acabar en auténticos ataques de pánico.
Creo que no existe nadie en el mundo que no haya sufrido ansiedad en alguna etapa de su vida, en mayor o menor medida. Es una situación de angustia total, falta de respiración, problemas para concentrarse, presión en el pecho, cansancio, decaimiento, trastorno de sueño, etc.
Los niños no son ajenos a estos síntomas teniendo en cuenta que todo es nuevo para ellos. La escuela, dormir solos, apagar la luz de noche o hasta montar en bici se convierte en un mundo que se les viene encima. Imaginaros toda esa sensación de ansiedad que tenemos los adultos en un cuerpecito tan pequeño.
Pero para conocer un poco más este trastorno, primero vamos a preguntarnos…
¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es una respuesta de anticipación involuntaria del organismo frente a estímulos que pueden ser externos o internos, tales como pensamientos, ideas, imágenes, etc., que son percibidos por el individuo como amenazantes y/o peligrosos, y se acompaña de un sentimiento desagradable o de síntomas somáticos de tensión. Se trata de una señal de alerta que advierte sobre un peligro inminente y permite a la persona que adopte las medidas necesarias para enfrentarse a una amenaza.
La ansiedad adaptativa o no patológica es una sensación o un estado emocional normal ante determinadas situaciones y constituye una respuesta habitual a diferentes situaciones cotidianas estresantes. Por lo tanto, cierto grado de ansiedad es incluso deseable para el manejo normal de las exigencias o demandas del medio ambiente. Únicamente cuando sobrepasa cierta intensidad —desequilibrio de los sistemas de respuesta normal de ansiedad— o se supera la capacidad adaptativa entre el individuo y el medio ambiente, es cuando la ansiedad se convierte en patológica, provocando un malestar significativo, con síntomas físicos, psicológicos y conductuales, la mayoría de las veces muy inespecíficos.
Afortunadamente, la ansiedad tiene tratamiento . Más del 90% de las personas que se tratan por trastornos de ansiedad se recupera por completo.
¿Cómo se presenta en los niños?
Las causas más comunes son
1. Ansiedad por separación:
Es la más común cuando un pequeño comienza en la guardería o en la escuela. La angustia que les produce separarse de sus seres más queridos se debe a causa de un cambio en una situación conocida para ellos.
El llanto y la necesidad de aferrarse a alguien, son indicadores comunes de una preocupación por pensar que nunca más verán a sus seres queridos, o que sus padres no vuelvan al cole a buscarlos.
El mejor remedio es tratarlo con naturalidad y con mucha serenidad. La ansiedad no se ataja a base de gritos y puede llegar a provocar el siguiente síntoma.
2. Mutismo Selectivo
El mutismo selectivo es un trastorno de ansiedad infantil que consiste en que los niños afectados, en determinados contextos o circunstancias, pueden llegar a inhibirse de manera tal que parecen mudos, a pesar de poder hablar normalmente en situaciones en las que se sienten cómodos y relajados.
3. Fobia
Las fobias específicas infantiles se caracterizan por ser miedos desproporcionados, irracionales y que suelen conllevar respuestas de evitación. Además, estos miedos suelen no corresponderse con la edad o momento evolutivo del niño o niña y además, interfieren de forma negativa en la vida del menor o la menor.
4. Ansiedad Social
La ansiedad social o ansiedad interpersonal es la ansiedad (incomodidad emocional, miedo, angustia, temor, tensión, aprensión o preocupación) que siente una persona en diversas situaciones sociales, donde interactúa con los demás, y en donde puede ser potencialmente evaluado, examinado o juzgado por otras personas. La diferencia entre la ansiedad social y la ansiedad normal es que la primera implica una sensación de miedo relativamente intensa en situaciones sociales (mayor respecto a la ansiedad normal y menor respecto al trastorno de ansiedad social) y, especialmente, en situaciones que no son familiares o en las que el sujeto siente o piensa que puede ser evaluado por otros.
5. Trastorno de pánico
El trastorno de pánico es un trastorno de ansiedad en el que la persona afectada sufre repetidos ataques súbitos de terror en ausencia de estímulos externos que puedan desencadenarlos. Los episodios frecuentes de terror acompañados de un fuerte estado de ansiedad se denominan ataques de pánico o, en algunos casos, ataques de ansiedad o crisis de ansiedad.
Según el Instituto Nacional de Salud Mental, el trastorno de pánico es un trastorno de ansiedad que se caracteriza por episodios inesperados y repetidos de intenso miedo acompañados por síntomas físicos que pueden incluir dolor en el pecho, palpitaciones aceleradas del corazón, falta de aire, mareos, angustia o molestia abdominal.
En el trastorno de pánico, los episodios sucesivos de terror aparecen acompañados de cambios significativos en el comportamiento del individuo y de una preocupación continua por que se produzcan nuevos ataques de pánico. Se pueden producir cambios en la vida del individuo que pueden conllevar a evitar las situaciones o lugares temidos, a huir de los estímulos fóbicos, a apoyarse excesivamente en personas o en sustancias y a intentar controlar a toda costa las reacciones temidas.
Si se producen cambios importantes de dependencia imperativa de personas y de lugares para que el afectado pueda sentirse seguro el trastorno desemboca en agorafobia.
6. Agorafobia
La agorafobia es la fobia a los espacios abiertos. En particular se trata de un trastorno de ansiedad ante espacios sin límites claros o situaciones en las cuales la amplitud del lugar impida al afectado poder escapar o incluso recibir ayuda en caso de un ataque de pánico. Como tal, está estrechamente relacionada con el trastorno de pánico, y no es raro que ambos trastornos se manifiesten al mismo tiempo potenciándose entre sí (es decir que sean comórbidos).
Entre los miedos que experimenta quien sufre de este trastorno se pueden mencionar: desmayarse, sufrir un infarto, perder el control o hacer el ridículo en un espacio público.
7. Ansiedad Generalizada (TAG)
Los niños con este trastorno se preocupan por todo tipo de cosas , desde el rendimiento escolar y la salud hasta cuestiones familiares y lo que sucede en el mundo. Si bien es normal mostrar preocupaciones, los niños con TAG no pueden dejar de inquietarse, aunque se les dé consejo. Tienden, además, a presentar síntomas como irritabilidad, alteraciones del sueño y molestias o dolores musculares causados por la preocupación.
¿Qué se puede hacer para ayudar a un niño con ansiedad?
Lo más normal es que el padre o la madre quieran ayudar a su hijo evitando situaciones que lo angustian, pero esto sólo contribuye a prolongar su ansiedad. En lugar de rescatarlo, ayúdale a afrontar sus miedos y elógialo por cada intento que realiza para encontrar una solución .
Como padres, tenemos que tener una control de nuestras propias reacciones ante situaciones que provoquen ansiedad ya que los niños imitarán estas conductas, ya sean negativas o positivas.
Ayudar al niño a formar ideas más racionales y objetivas que sustituyan los pensamientos negativos, haciéndole saber que esos pensamientos están interfiriendo en su rendimiento.
¿Cuándo se debe buscar ayuda profesional?
Es normal que los niños se angustien de vez en cuando. Si la ansiedad de tu hijo se intensifica y comienza a interferir en su desarrollo escolar o en las relaciones con sus amigos y familiares, es probable que necesite ayuda profesional. Además, si no se trata a tiempo puede llegar a cronificarse, volviéndose el centro de la vida del paciente, por lo que hay que estar muy atentos a los síntomas de un menor.
Los trastornos de ansiedad son las patologías psiquiátricas más habituales en los niños, que desencadenan gran sufrimiento, así como dificultades escolares y complicaciones sociales.
Algunos estudios indican que el diagnóstico de una perturbación de ansiedad en la niñez y adolescencia aumenta el riesgo de fracaso escolar y de dificultades socioeconómicas en la vida adulta. La ansiedad infantil es considerada con un factor predisponente de ansiedad, depresión, intento de suicidio e internamiento en la vida adulta.
A pesar de toda la información disponible, en la práctica se observa que, en la mayoría de los niños con trastornos de ansiedad, éstos no siempre son diagnosticados o tratados adecuadamente. Buscar un buen profesional será vital para corregir este gran problema.
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