La disgrafía en los niños. Diferencias con la dislexia

El niño con disgrafía puede presentar dificultades en el diseño o en el grafismo de la letra («mala letra»), en la ordenación correcta o en la ortografía de las letras para crear o escribir palabras, en la puntuación, en la corrección gramatical y en la elaboración y organización de textos .

Los niños desde temprano demuestran la necesidad de expresarse a través de la escritura. La escritura consiste en una capacidad motora que se va desarrollando a lo largo del recorrido escolar del niño y que posee una serie de requisitos básicos necesarios para su buen funcionamiento, en particular:

La coordinación funcional de la mano: los movimientos de presión y asimiento y la independencia mano-brazo.

Hábitos neuromotores correctos y bien establecidos: la visión, la transcripción de la izquierda a la derecha, y el posicionamiento correcto del lápiz).

La disgrafía puede presentar algunas señales de alerta típicas, a las que debemos estar atentos.

SEÑALES DE ALERTA

Diagnosticar la disgrafía, precozmente, no es fácil ya que todos los niños revelan dificultades durante su proceso de aprendizaje de la escritura. Sin embargo, existen indicadores para ayudar en este proceso:

  • rasgos exageradamente gruesos o finos y pequeños o grandes
  • ritmo de escritura excesivamente rápido o lento
  • letras separadas, superpuestas o ilegibles, con las conexiones distorsionadas
  • postura gráfica incorrecta (dificultad en utilizar correctamente el lápiz con que escribe)
  • caligrafía, generalmente inclinada.
  • letra excesivamente pequeña o grande
  • forma de las letras irreconocibles (a veces pueden distorsionar, inclinar)
  • grafismo trémulo o con una marcada irregularidad, originando diferentes tamaños de grafemas
  • espaciamiento irregular de las letras o de las palabras
  • errores o borrones
  • la realización inversa de los trazados de algunas letras y/o números
  • desorganización general en la hoja
  • uso incorrecto del instrumento con que escriben

Sin embargo, es importante informar, que la confirmación del diagnóstico debe ser efectuada por profesionales especializados, ya que requiere procedimientos específicos.

INTERVENCIÓN

La reeducación del grafismo se relaciona con tres factores fundamentales: el desarrollo psicomotor, el desarrollo del grafismo en sí y la especificidad del grafismo del niño.

En cuanto al desarrollo psicomotor deben ser trabajados aspectos relacionados con la postura, control corporal, disociación de movimientos, representación mental del gesto necesario para el trazado, percepción espacio-temporal, lateralización y coordinación visuomotora.

De acuerdo con los aspectos relacionados con el grafismo, se deben entrenar habilidades relacionadas con la escritura, como actividades que impliquen la utilización del lápiz y papel, de forma a mejorar los movimientos y posición (gráfica), la pintura, el dibujo y el diseño el modelado. Se debe también corregir errores específicos del grafismo, como el tamaño, forma, inclinación de las letras, el aspecto del texto, la inclinación de la hoja y el mantenimiento de los márgenes / líneas.

DIFERENCIAS CON LA DISLEXIA

La dislexia y la disgrafía son dificultades de aprendizaje. La dislexia afecta principalmente la lectura, mientras que la disgrafía afecta principalmente la escritura. Aunque son condiciones diferentes, son fáciles de confundir. Sus síntomas pueden coincidir.

En este enlace podéis encontrar mayor información.

 

ACTIVIDADES PARA MEJORAR LA DISGRAFÍA

Teniendo en cuenta los objetivos anteriores, existen múltiples actividades que se pueden realizar en casa para mejorar la disgrafía.

Los juegos específicos del lenguaje que trabajan varios aspectos mencionados anteriormente, como son paneles de preescritura, en los que los niños han de realizar diferentes trazos en una pizarra siguiendo un modelo son una buena forma de comenzar las primeras prácticas de mejora. También, los puzles de palabras ayudan a trabajar la motricidad fina y la secuenciación y reconocimiento visual de las palabras.

Existen otros recursos educativos, como por ejemplo los punzones de preescritura para trabajar la motricidad fina. La plastilina también es un recurso útil para trabajar la psicomotricidad fina de forma lúdica, también se pueden moldear con los niños y niñas las letras del alfabeto trabajando además el reconocimiento o discriminación visual.

La grafomotricidad puede trabajarse con láminas que requieran seguir punteados curvilíneos, rectas, simetrías o dibujos punteados. Si además, estas láminas incluyen palabras o letras, el trabajo será mucho más completo.

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