Las altas temperaturas del verano pueden afectar a las personas más vulnerables. Los bebés y los niños, sobre todo los más pequeños, son muy sensibles a sufrir daños por estar expuestos a las altas temperaturas sin cuidado.
Cuando las temperaturas son muy elevadas y se está expuesto al sol, se corre el riesgo de perder abundantes líquidos corporales que conducen a deshidratación, pudiendo producirse lo que se conoce como «golpe de calor». Se produce cuando el organismo genera una cantidad de calor que no es eliminable por los sistemas de refrigeración del organismo.
Ante esta situación, es importante saber identificar a tiempo, saber que hacer y como prevenir los golpes de calor en niños.
Síntomas del golpe de calor
Los síntomas del golpe de calor aparecen de repente: la piel está caliente, enrojecida y seca, pero el niño no suda. La respiración es superficial y muy rápida. La fiebre supera los 40 ºC. En los casos más extremos, el niño está confuso o en estado de inconsciencia; puede sufrir convulsiones o un estado de shock.
Qué hay que hacer en caso de golpe de calor
– Lo primero que hay que hacer es llevar al niño a la sombra, a un lugar fresco y ventilado, desnudarle y ponerlo semitumbado.
– Para aliviar los síntomas del golpe de calor, especialmente si la fiebre es elevada, también puede ser necesario enfriar al niño, aplicándole sobre el cuerpo una toalla (o cualquier trozo de tela) empapada en agua fresca. Para el mismo fin, también puede ser útil aplicar compresas frías en las ingles y en las axilas. Para acelerar el enfriamiento del cuerpo del niño, se le puede airear con un abanico o periódico.
– Si el pequeño está consciente, haz que beba agua fresca ligeramente salada (una cucharada de sal por cada litro de agua).
– Si tarda en mejorar, puede ser necesario llamar al 112 o bien acompañar al niño a un centro de urgencias.
Cómo evitar el golpe de calor
Los golpes de calor es muy importante controlarlos, pues, al producir deshidrataciones con consecuencias complicadas, pueden llegar a afectar gravemente al bebé. La Dra. Paloma Nacher, especialista en Neonatología del Hospital La Milagrosa de Madrid, nos ofrece una serie de consejos muy útiles para aliviar el calor y evitar, así, que puedan sufrir un golpe de calor los más pequeños de la casa.
– Vestir a los pequeños con ropa ligera y de algodón.
– Evitar salir a la calle en las horas más fuertes de sol y calor (entre las 12 y las 17 horas) y situar al bebé en lugares sombríos.
– Refrescar al bebé a menudo con una toallita húmeda por los brazos y las piernas.
– ¿Le ofrezco agua? A los niños que toman el pecho a demanda no es necesario ofrecerles agua, pero, ocasionalmente, ante un golpe de calor fuerte, se les puede ofrecer. El agua es un alimento que sólo lo admitirá si tiene sed. A los niños que toman biberón, sin embargo, siempre es recomendable ofrecerles agua fresca.
– Si es posible, en los días de más calor, es aconsejable evitar las mochilas portabebés, ya que el bebé viaja muy pegado al cuerpo de la madre o del padre, que desprende mucho calor.
– Utilizar los baños de agua fresca las veces que sea necesario, teniendo en cuenta que no llegue a estar fría. Los baños con agua fresca alivian el calor mejor que nada.
– Colocar la cuna del bebé en el lugar más fresco de la casa.
– Ventilar a primera hora de la mañana y a última de la tarde para intentar conseguir que la habitación del bebé esté a 22º, que es la temperatura óptima. No dudar en dejar las ventanas abiertas, si es necesario, para que el aire se refresque.
– Evitar los aires acondicionados. Es mejor usar los ventiladores, que renuevan y refrescan el aire. Son ideales los ventiladores de techo.
– A la hora de viajar en el coche, no meter al bebé en un automóvil que esté recalentado por el sol. Hay que enfriar el vehículo previamente con el aire acondicionado y después introducir al niño con el aire ya apagado y controlando el calor con las ventanillas. Si, a pesar de ello, el calor es insoportable, poner el aire, pero siempre con una ventanilla abierta parcialmente.
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