10 razones para dejar de gritarle a los hijos

10 razones para dejar de gritarle a los hijos

Vaya por delante que ni somos psicólogos ni pretendendemos con esto dar lecciones de educación. Quizás esto sea más bien un ejercicio de autocrítica.

Está claro que no siempre es fácil mantener la calma. El estrés del día a día pueden hacernos perder la capacidad racional necesaria para lidiar con las situaciones menos agradables de una forma equilibrada. A veces acabamos gritando por ser esa nuestra forma «natural» de reaccionar, o porque en nuestra educación siempre existieron «chillidos» y no sabemos por lo tanto tratar con nuestros hijos de otra forma.

Otras veces queremos que nuestros hijos sean perfectos en todo y simplemente nos olvidamos de lo que realmente son. Niños.

Pensando en todo ello, aquí os dejamos 10 razones para dejar de gritarle a los hijos:

1. El acto de gritar no es una estrategia de educación parental, sino un descontrol emocional de los padres, que gritan porque están irritados, frustrados, impacientes y no saben qué hacer para alterar el comportamiento del niño en el momento.

2. Creer que «mi hijo sólo me escucha cuando le grito» no permite reflexionar y buscar alternativas educativas más eficaces para hacer frente al problema de forma tranquila, firme y eficaz.

3. Las dificultades en hacerse oír por el niño, en lidiar con las emociones que eso le provoca y recurrir a los gritos provoca desgaste físico y psicológico.

4. Gritar tiene efectos negativos en el ambiente familiar, que se vuelve tenso; perjudica la vinculación y relación padre-hijo y tiene un impacto negativo en el desarrollo del niño.

5. El niño estará más pendiente a la forma en la que se le está hablando (a gritos) que al propio contenido de su comunicación (lo que le dice) y sólo va a dejar de hacer lo que esta haciendo cuando oye a los padres gritar, por temor a una reacción más agresiva del adulto.

6. Cuando no logramos lidiar con las emociones, un tono de voz alterado puede acompañarse de palabras injustas e incluso de agresividad física, a veces.

7. Comunicar, hacer pedidos o dar órdenes recurriendo a los gritos provocará en el niño una reacción más impulsiva y desafiante.

8. Es una práctica contraproducente, que es ineficaz a largo plazo, ya que el niño pasará a ignorar los gritos, instalándose rápidamente un ciclo vicioso.

9. El niño estará aprendiendo formas inadecuadas de comunicación. Fácilmente pasará también a gritar en casa y este comportamiento puede generalizarse para otros contextos, como la escuela, por ejemplo.

10. A diferencia de las estrategias parentales eficaces, gritar no ayuda al niño a aprender a manejar sus emociones desagradables, ni a desarrollar la capacidad de resolución de problemas, empatía, respeto o colaboración.

Y como «BONUS». Para que gritarles, si al final nos arrepentimos.

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